domingo, 28 de septiembre de 2014

La carta.

"Adios. Hasta nunca."

Fueron las últimas palabras de la nota que encontró encima de la almohada. Se había ido. Nunca volvería a oler ese perfume con un toque de jazmín. Nunca volvería a encontrar su sonrisa al despertar. Nunca volvería a ver su silueta dibujada entre las sábanas, ni a oír su respiración acompasada, ni a sentir sus dulces labios.

Jugar con fuego le había salido caro. Había sido un estúpido. Y ahora la había perdido para siempre.

Bajó corriendo las escaleras. Cogió las llaves del coche. Necesitaba salir de allí, tenía que buscarla. Quizás aún no estuviera demasiado lejos.

La tormenta que arreciaba con fuerza le pilló por sorpresa. Le mojó la chaqueta de cuero. Para poco le serviría ya.

La buscará por las calles cercanas a su casa. Entrará en bares, preguntará en pensiones. Pero ella no estará.

Decidirá ir a buscarla a casa de su madre. No le importarán las 2 horas y media de camino por la autopista. No sabrá que ya nada importa.

A lo lejos, divisará un accidente. Su corazón sentirá lo más terrible, y sus ojos lo confirmarán.

Y él le dirá adios a su perfume. A su sonrisa al despertar. A su silueta dibujada entre las sábanas. A su respiración acompasada. A sus dulces labios.

Y le dirá adios al verdadero amor de su vida...