sábado, 11 de julio de 2015

Rose Clark: A mis compañeros de fatigas.

Tal vez no entiendan mucho de estas líneas. Es una historia para una de las partidas de rol en la que estoy. Quizás no debería ir en este blog, pero el contenido que no está no es tan importante para comprender la historia.

Antes de empezar, quiero dar las gracias al master de la partida por crear un universo tan fantástico, y tan abierto a imaginar. Tengo la suerte de compartir mi vida con él.

Sin más, os dejo con una carta a los guardianes, aquellos que me acompañan en mi extraña aventura.

martes, 12 de mayo de 2015

El beso

Faltaban tres minutos para las tres y ella seguía allí, esperando. Quizás fue el instante más largo del mundo. Quizás, a pesar de sus esfuerzos, se había precipitado. Allí, a escasos milímetros, estaban sus labios. Podía sentir su aliento en la boca: cálido, acompasado, tan suave como su mirada. Llevaba tanto tiempo esperando, tanto tiempo sintiendo cómo su corazón solo latía cuando estaba junto a él, que no había podido resistirse una vez más. Quizás ese impulso irrefrenable ponga fin a todo, quizás sea el inicio de lo que tantas veces había soñado, pero al menos lo habría intentado.

Nunca lo había tenido tan cerca. Su perfume era todavía mejor a esta distancia. Notó como la piel se le erizaba ante el contacto de su mano al apoyarse en su mejilla. Un ligero escalofrío recorrió el cuerpo al notar cómo se acercaba. Y al fin, sus labios se unieron.

Nunca imaginó que unos labios pudieran amoldarse tan bien a los suyos, como si fuesen solo uno. Sus ojos se inundaron en lágrimas. No sabía cómo podía haber esperado tanto. Recorrió su cabello con las manos, y sintió una mano en el hueco de la espalda. Quería mirarlo, pero no podía abrir los ojos. Los besos de verdad se dan con los ojos cerrados.

Lo amaba. Cada parte de sus ser amaba a aquel chico. Era perfecto. Cada pequeña imperfección le hacía perfecto, perfecto para ella.

No deseaba separarse. Quería que aquel beso perfecto fuese eterno. Pero debían separarse.

Le miró a los ojos, primero con miedo. Había cierta sorpresa en su mirada, pero sobre todo reflejaba una gran felicidad. Le acarició suavemente la mejilla. Lo arriesgaban todo, pero algo le decía que valdría la pena.


Para Ana. Gracias por tus palabras, sin ti este relato (y muchos otros) nunca habrían nacido.

domingo, 28 de septiembre de 2014

La carta.

"Adios. Hasta nunca."

Fueron las últimas palabras de la nota que encontró encima de la almohada. Se había ido. Nunca volvería a oler ese perfume con un toque de jazmín. Nunca volvería a encontrar su sonrisa al despertar. Nunca volvería a ver su silueta dibujada entre las sábanas, ni a oír su respiración acompasada, ni a sentir sus dulces labios.

Jugar con fuego le había salido caro. Había sido un estúpido. Y ahora la había perdido para siempre.

Bajó corriendo las escaleras. Cogió las llaves del coche. Necesitaba salir de allí, tenía que buscarla. Quizás aún no estuviera demasiado lejos.

La tormenta que arreciaba con fuerza le pilló por sorpresa. Le mojó la chaqueta de cuero. Para poco le serviría ya.

La buscará por las calles cercanas a su casa. Entrará en bares, preguntará en pensiones. Pero ella no estará.

Decidirá ir a buscarla a casa de su madre. No le importarán las 2 horas y media de camino por la autopista. No sabrá que ya nada importa.

A lo lejos, divisará un accidente. Su corazón sentirá lo más terrible, y sus ojos lo confirmarán.

Y él le dirá adios a su perfume. A su sonrisa al despertar. A su silueta dibujada entre las sábanas. A su respiración acompasada. A sus dulces labios.

Y le dirá adios al verdadero amor de su vida...

viernes, 18 de abril de 2014

Carta a mi abuelo...

Querido abuelo:

Hoy hace una semana desde que te fuiste. Llevamos exactamente 7 días y 3 horas sin ti. Pensé que el tiempo se me pasaría lento, pero parece que fue hace media hora cuando te di aquel último beso en la frente antes de que te apagaras.

La abuela sigue igual de rara que siempre. Tú ya la conoces, no puede comportarse como las personas normales. Pero bueno, como te prometimos, no la dejamos sola. Ahora mismo está aquí en casa.

Mamá si está peor. Te echa mucho de menos, aunque ya se va haciendo a la idea. Poco a poco de todo se sale, y ella cada día está un poquito mejor.

Los demás están como siempre: Maite enfadada con el mundo, la tita... bueno, la tita es la tita. Juanlu está intentando volver a estrechar lazos. Papá, tirando del carro, como yo.

Dentro de nada llegarán para merendar. Ya sabes que hoy es el cumpleaños de la tita. Aunque faltes, vamos a reunirnos todos, como a ti te gustaría. Y, aunque no estés presente, sé que estás con nosotros, viendo cómo comemos pasteles, como siempre te ha gustado.

Te fuiste rodeado de tu familia, de toda tu familia. El apellido no se te iba a quedar corto, señor Conde. Aún siento como si estuvieses aquí, aunque ya no estés.

Te faltaron muchas cosas por hacer y por ver: las bodas de tus nietos, conocer a tus bisnietos, ver cómo acabo la carrera, verme en la tele... Pero sé que estarás ahí cuando todo ocurra. Y tus bisnietos y tataranietos te conocerán como yo te conocí: trabajador, luchador, cabezota, ejemplo de fortaleza. Y te querrán como yo te quiero, como tú me enseñaste a querer a los que no están.

Te quiero abuelo, siempre estarás conmigo.

jueves, 2 de enero de 2014

¡Feliz año!

Y así la escritora fue despedazada por sus lectores, quedando de ella solo las manos sobre el teclado...

¡Feliz año! Y lo comienzo disculpándome por mi ausencia. Un bloqueo enorme me ha impedido escribir algo medianamente legible durante este tiempo, y lo único que he podido hacer es esconderme en un rincón oscuro y llorar por mi mala suerte.

Como bien dicen, año nuevo, vida nueva. Y comienzo el año con nuevos proyectos y retomando algunos antiguos. Los explicaré  bien cada uno en su entrada, ya que me gustaría que la explicación fuera el inicio de la etiqueta.

Una vez más, vuelvo a disculparme con vosotros. Intentaré no estar tanto tiempo sin pasarme.

Con cariño,
Crescenza

viernes, 4 de octubre de 2013

Camino de las 1000 visitas...

Mis muy queridos caminantes:

Veo que os pasáis por aquí a menudo, y lo único que puedo hacer es daros las gracias. Sin vosotros, cada letra que sale de mi pluma no tendría sentido.

Sé muy bien que a veces solo las palabras no bastan. Por ello, he decidido hacer un mini concurso/premio/sorteo cuando llegue a las 1000 visitas, todo un honor para mi ya que este blog es bastante nuevo y nunca imaginé que fuese a tener tantas.

La verdad, no sé qué hacer. Por eso os pido vuestra ayuda. Haced sugerencias a través de comentarios en esta entrada, o a través de Twitter, sobre qué os gustaría que hiciera. Tengo un par de ideas que a lo mejor os gustan, pero me gustaría oír vuestra voz, mis queridos y silenciosos lectores.

Por Twitter he anunciado una pequeña promesa que os he hecho. Para los que no me sigáis, os la anuncio aquí.

Viendo el poco tiempo que tengo para mi misma, y teniendo en cuenta que escribir es una de las actividades que más me gustan, si no la que más, he decidido actualizar el blog al menos una vez a la semana. Así todos estaremos contentos, vosotros y yo.

Claro está, en tiempos de exámenes no podré seguir esa norma, ya que casi no tendré tiempo ni de respirar. Pero también lo intentaré en esos pequeños descansos que sabéis que hago, sobre todo los que me hayáis visto durante mi temporada de estudios para selectividad.

Sin más, me despido. Una vez más, gracias por estar ahí.

Con cariño,
Crescenza

Miedos

A veces me pregunto si la amistad existe o es solo un espejismo. Quizás sea porque me han fallado demasiadas veces. Puede que se deba a que he pasado demasiado tiempo sola. No sé, a veces pienso que no estoy hecha para tener amigos, que mi forma de ser hace que nadie permanezca a mi lado.

Y la pregunta es ¿cómo cambiar?. Y más importante aún, ¿por qué cambiar, si yo soy feliz tal y como soy? ¿Solo para que mi forma de ser y mi comportamiento sean políticamente correctos, aceptados por la mayoría de la sociedad, para que esa mayoría me acepte como a un igual y entre en su mundo de falsedades y engaños?

Al fin y al cabo, las dos opciones conducen al mismo sitio: sentirme sola, excluida, inaceptada. Ser la última persona con la que alguien hablaría. Sumirme en la melancolía de una mesa en la que nadie me acompaña. Como siempre ha sido.

Y algunos dirán que ahora tengo amigos, que me ven reír y que notan la felicidad de mi rostro. Y yo a ellos les digo: "miradme a los ojos, pues en ellos veréis el brillo de la soledad y el miedo. El temor a que estos que me acompañan hoy se vayan mañana. El terror a volver a quedarme sola de nuevo."